Comentario
Entre los siglos VIII-VI a.C., la época arcaica griega, las ciudades experimentaron un notable desarrollo económico y demográfico, expandiéndose por el Mediterráneo. Esto provocó a su vez una mayor diversificación social, apareciendo profesiones y especialidades nuevas, en las que el mundo del pensamiento no quedó aparte.
Tradicionalmente, los griegos veían a los poetas, los reyes o los adivinos como personas rodeadas de sabiduría y conocimiento. Durante la época arcaica, este grupo resultó ampliado, al diversificarse los saberes. El cambio en las condiciones de vida, la expansión del mundo conocido, la profunda transformación cultural que experimentaban las ciudades, todo ello contribuyó a que surgieran personajes que interpretaban el mundo que les rodeaba y que lo explicaban a los contemporáneos. Muchos pensadores aún se hallaban en la frontera de un mundo cultural antiguo y otro emergente, un momento de crisis y ebullición, reflexionando acerca del cambio que ellos y sus conciudadanos estaban experimentando. En este grupo encontramos a muchos poetas líricos, como Safo, Alceo, Alcmán, Teognis, Jenófanes o Solón.
Los sabios o maestros se veían a sí mismos como una herramienta al servicio de la vida en comunidad, poseedores de un conocimiento práctico que debían aplicar en la mejora de las condiciones de vida de toda la sociedad. El sabio -sophós- debía distinguirse como personaje público, trabajando por el bien común. Este papel es el que desempeñan los conocidos como siete sabios de Grecia (Solón de Atenas, Quilón de Esparta, Bías de Priene, Pítaco de Mitilene, Periandro de Corinto, Epiménides de Creta y Tales de Mileto).
Un grupo diferente era el de los considerados hombre de dios, como Orfeo. Es en este ambiente de efervescencia intelectual y compromiso social en el que surgen los primeros filósofos. Etimológicamente, la palabra filosofía procede de los términos griegos philein (amar, aspirar) y sophia (sabiduría), por lo que su significado sería amor o aspiración a la sabiduría. Numerosos autores antiguos consideran a Pitágoras como el inventor del término, ya que en su viaje por Grecia fue interrogado por el tirano Leonte de Fliunte sobre su profesión, a lo que él respondió que no era sabio sino amante o buscador de la sabiduría (filósofo). El objetivo de la filosofía es, por lo tanto, saber, conocer, dar respuesta a las preguntas que todos nos planteamos relacionadas con la naturaleza y su creación, abandonando los mitos para dar protagonismo al logos.
Los primeros filósofos, congruentemente con el estilo de su tiempo, se sirven de la poesía para expresar su pensamiento. Jenófanes, Parménides o Empédocles usaran el verso como herramienta, si bien poco a poco la prosa acabará por imponerse, siendo sus principales promotores los filósofos de Jonia.